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Un lubricante mecánico desempeña un papel crucial en el buen funcionamiento de los componentes, ya que reduce la fricción y protege las piezas del desgaste y la corrosión.
Ya se trate de cadenas de bicicleta, cerraduras o motores, utilizar el lubricante adecuado garantiza una vida más larga y un funcionamiento óptimo.
Los lubricantes ayudan a formar una película protectora sobre las superficies, evitando que el agua y otros elementos corrosivos causen óxido o dañen materiales como plásticos, caucho y metales.
Existen 3 tipos principales de lubricantes mecánicos: aceites, grasas y pastas.
Las principales variables no cambian para estos 3 tipos de lubricante, pero a la hora de elegir uno hay que tener en cuenta la viscosidad y el punto de inflamación.
La viscosidad se considera la propiedad más importante de un lubricante, ya que determina su resistencia y eficacia para evitar la fricción entre las piezas móviles.
Un aceite con mayor viscosidad puede soportar una mayor presión sin ser expulsado de las superficies lubricantes. Sin embargo, la elevada fricción interna del aceite puede ofrecer una mayor resistencia al movimiento de las piezas lubricantes.
Un aceite de menor viscosidad ofrece menos resistencia a las piezas en movimiento, pero el aceite puede extraerse fácilmente de las superficies lubricantes.
Utilizar un aceite con una viscosidad incorrecta, ya sea demasiado alta o demasiado baja, puede provocar una serie de problemas en el equipo.
Efectos de la viscosidad
Baja viscosidad: Ofrece menos resistencia a las piezas móviles, facilitando el movimiento y reduciendo el consumo de energía. Sin embargo, puede desprenderse fácilmente de las superficies, lo que provoca una lubricación insuficiente, un aumento del calor y un desgaste acelerado.
Alta viscosidad: Crea una película gruesa entre las piezas, ofreciendo una protección superior contra el desgaste. Sin embargo, también puede provocar una mayor resistencia al movimiento, un mayor consumo de energía y dificultades de arranque en condiciones frías.
El índice de viscosidad del aceite se expresa mediante los valores que acompañan a la letra W.
Las cifras que preceden a la letra W se refieren a la viscosidad dinámica en frío.
Las cifras que siguen a la letra W indican el grado en caliente, es decir, la viscosidad cinemática en caliente.
Un aceite lubricante, a menudo denominado simplemente "aceite lubricante", es una sustancia utilizada para reducir la fricción, el calor y el desgaste entre dos superficies. El uso de lubricantes es crucial en muchos ámbitos, desde la automoción hasta las aplicaciones industriales, domésticas y especializadas.
He aquí algunos puntos clave sobre los lubricantes de aceite:
El uso de lubricantes de aceite es esencial para reducir el desgaste y prolongar la vida útil de los componentes mecánicos. Desempeñan un papel crucial en la reducción de los costes de mantenimiento y funcionamiento, al tiempo que mejoran la eficacia y fiabilidad de equipos y vehículos.
Se componen de un aceite base, un espesante y, a menudo, aditivos que mejoran determinadas propiedades, como la resistencia a la presión, al agua o a la corrosión.
He aquí algunos puntos clave sobre las grasas lubricantes:
Los espesantes confieren a la grasa su consistencia semisólida. Pueden ser a base de jabón, como el litio, el calcio o el aluminio, o sin jabón, como la bentonita o la poliurea.
Los aditivos pueden incluir agentes antidesgaste, antioxidantes, inhibidores de la corrosión y mejoradores del punto de goteo. Se añaden para proteger frente a condiciones de uso extremas o específicas.
La grasa se utiliza en una gran variedad de aplicaciones, desde rodamientos de vehículos a equipos industriales, pasando por electrodomésticos y herramientas.
Resulta especialmente útil cuando el lubricante debe permanecer en su sitio o cuando resulta difícil aplicar aceite con regularidad.
La grasa se adhiere bien a las superficies y funciona bien en condiciones extremas de carga y temperatura.
La grasa no es adecuada para todas las aplicaciones, sobre todo a velocidades muy altas o en entornos en los que la grasa podría contaminar los productos (como en la industria alimentaria).
Además, una elección incorrecta de la grasa puede causar problemas de compatibilidad con materiales u otros lubricantes.
Unas buenas prácticas de mantenimiento implican comprobar periódicamente el estado de la grasa y sustituirla o rellenarla cuando sea necesario para garantizar una protección continua y evitar la acumulación de residuos o la oxidación.
Los lubricantes en pasta son una forma específica de lubricante diseñada para proporcionar una lubricación eficaz en condiciones difíciles.
Los lubricantes en pasta se componen generalmente de grasas espesadas con agentes sólidos como disulfuro de molibdeno (MoS2), grafito o PTFE (politetrafluoroetileno, también conocido como teflón). Estos agentes sólidos proporcionan una capa de lubricación capaz de soportar cargas elevadas y temperaturas extremas.
Los lubricantes en pasta suelen utilizarse en aplicaciones industriales, mecánicas y de automoción. Son especialmente útiles para lubricar componentes sometidos a cargas muy pesadas, movimientos oscilantes o de baja amplitud, o cuando las condiciones de funcionamiento pueden provocar una rápida degradación de los lubricantes líquidos o tradicionales.
La principal ventaja de los lubricantes en pasta es su capacidad para mantener una lubricación eficaz en condiciones extremas en las que otros tipos de lubricantes podrían fallar.
Contribuyen a reducir el desgaste, prolongar la vida útil de los componentes y mejorar la fiabilidad de las máquinas.
La aplicación de un lubricante en pasta suele requerir una preparación específica de la superficie y una aplicación cuidadosa para garantizar una cobertura adecuada y evitar cualquier exceso de producto que pueda atraer suciedad u otras partículas.
Aunque los lubricantes en pasta ofrecen una protección duradera, su mantenimiento y sustitución periódicos son esenciales para garantizar un rendimiento óptimo.
Para elegir el lubricante ideal, tenga en cuenta la aplicación específica, la compatibilidad con los materiales en contacto (metales, plásticos, caucho), las condiciones ambientales (presencia de agua, temperatura, industria alimentaria o farmacéutica) y los requisitos de rendimiento (resistencia a la corrosión, carga de presión).
La aplicación correcta del lubricante es esencial para maximizar su efecto.
Utilice una bureta para aceites, para una distribución precisa en rodamientos o cadenas.
En el caso de las grasas, puede ser necesaria una pistola engrasadora para alcanzar puntos de lubricación específicos a alta presión. Los pulverizadores son ideales para cubrir grandes superficies o componentes complejos.
Siga siempre las instrucciones del fabricante en cuanto a cantidad y frecuencia de aplicación, garantizando una capa protectora adecuada sin sobrecargar los mecanismos.
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